Lagarde dice que el BCE no podrá anunciar un techo para la subida de tipos en el corto plazo
La presidenta del BCE destaca los costes del fuerte crecimiento de los precios para justificar que los tipos de interés tendrán que ser todavía más elevados para acabar con la amenaza de la inflación "pase lo que pase".
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La partida de la política monetaria ya se juega en Sintra (Portugal), ciudad que acoge una nueva edición del Foro de Bancos Centrales, organizado por el Banco Central Europeo (BCE). Tras la apertura del evento este lunes, Christine Lagarde, presidenta del BCE dio el puntapié de salida a la jornada con un discurso en el que ha alertado de que la institución no podrá anunciar el techo de las subidas de los tipos de interés en el corto plazo.
"Es poco probable que en el corto plazo el banco central sea capaz de asegurar con confianza plena que hemos alcanzado el techo de las subidas de los tipos de interés", recalcó Lagarde.
Aunque la presidenta ha especificado que con su discurso no quiere adelantar futuras decisiones del organismo y, por el momento, la institución europea sólo ha confirmado una subida de tipos adicional en julio, la dureza del tono de la presidenta eleva las probabilidades de que estos incrementos se prolonguen después del verano.
Esta frase ha dejado uno de los mensajes más potentes del discurso de la banquera francesa, pues confirma la información -adelantada por EXPANSIÓN en mayo - de que cualquier pausa en el ciclo de subidas de los tipos de interés que pudiera llegar sería condicional. Al estilo de Australia, y presumiblemente ahora también de Estados Unidos, el BCE podría retomar las alzas de tipos tras haber parado si la inflación no responde como se espera.
Para el BCE, es imperativo devolver los precios al nivel objetivo de crecimiento del 2%, una meta que Lagarde asegura que el BCE "está comprometido a alcanzar pase lo que pase".
Tipos más altos
Y ese "pase lo que pase" son tipos de interés todavía más elevados que endurecen las condiciones de financiación y golpean al crecimiento. La autoridad monetaria europea ha incrementado sus tasas en 400 puntos básicos desde que comenzara el ciclo de alzas del precio del dinero en julio del pasado año, afrontando el proceso de endurecimiento monetario más intenso de su historia.
La autoridad monetaria considera que existe un riesgo serio de que el crecimiento de los precios se muestre más persistente de lo anticipado. Lagarde ha descrito como, en 2022, las empresas contribuyeron con dos tercios de toda la inflación, elevando los precios de sus productos y servicios para mantener e, incluso, incrementar sus márgenes pese a los shocks provocados por la guerra o los cuellos de botella. Sin embargo, esa inflación ha mutado y ahora la amenaza son los salarios.
En 2023, los trabajadores, hasta ahora los grandes perdedores de esta ola de inflación, están presionando para recuperar parte del poder adquisitivo. El BCE considera que las negociaciones salariales mantendrán la inflación viva en el medio plazo, con la perspectiva de que los salarios se eleven un 14% desde ahora hasta 2025. La institución considera razonable esta situación, siempre y cuando las empresas absorban el coste adicional a costa de sus ampliados márgenes y no vuelvan a trasladarlo al consumidor.
"Si las empresas recuperaran el 25 % de la pérdida de margen que apuntan nuestras proyecciones, en 2025 la inflación se situaría claramente por encima de la prevista en el escenario de referencia, casi en el 3 %", alertó Lagarde, un escenario que obligaría al banco central a redoblar sus esfuerzos de endurecimiento monetario.
Por el momento, Lagarde confirmó -tal y como ya lo dijo en su última reunión en Fráncfort- que no ha observado una espiral de precios y salarios en la inflación, pero advirtió de que "cuanto más tiempo se mantenga la inflación por encima del objetivo, mayores serán estos riesgos".
Costos elevados
Lagarde aprovechó su discurso para ofrecer cifras sobre el alto coste de la inflación que refuerzan la importancia de la batalla que ha emprendido la autoridad monetaria. Según los cálculos realizados, desde el segundo trimestre de 2022, la zona euro ha perdido 213.000 millones de euros sólo en transferencias adicionales en el comercio internacional como consecuencia de las subidas de los precios.
Es simplemente un reflejo de cómo los shocks experimentados, especialmente el encarecimiento de las importaciones de energía, han golpeado a la economía europea y hacen imprescindible prolongar el endurecimiento monetario, pese a las dificultades que el encarecimiento del crédito y las hipotecas puedan ocasionar.
"Nuestro trabajo no está hecho. Aún no podemos cantar victoria en la batalla contra la inflación. No podemos dudar", concluyó Lagarde.